Mis sentimientos antes de conocer LA NOTICIA

12.05.2018

En este artículo pretendo explicar cómo me sentía cuando era ajena a lo que pasaba en mi cabeza, cuando no me habían dado la noticia que cambió mi vida y cómo afectó todo eso en la concepción que tenía de mi misma. 

Cuando pequeña sentía que podía comerme el mundo, mi energía estaba a tope todo el día y más cuando nos tocaba en preescolar dibujar, pintar con acuarelas, ir de excursión... ahí todo era fantástico, me encantaba estar en el colegio era como mi lugar en el mundo para poder invertir toda mi energía. Aquí ya la etiqueta de habladora y de molestar a mis compañeros cobró importancia, una etiqueta que fui arrastrando curso tras curso, pero que tampoco me supuso un aislamiento o que tuviese una autoestima baja, porque yo era ajena a lo que cada adjetivo significaba y con tanta energía no podía cumplir los deseos de algunos.

Recuerdo que cuando mi madre compraba el material para el siguiente curso, a mí me fascinaba abrir los libros y ver que tocaría aprender el siguiente año escolar, pero ese entusiasmo duraba muy poco.

Algo que siempre me gustó fue Educación Física, ahí sí que estaba yo en mi mundo, sin límites, podía correr, saltar... sin que alguien me dijese que no era el momento. Además se me dieron muy bien los deportes y eso hacía que sintiese que al menos podía hacer algo bien, por ello se puede concluir que fue mi asignatura favorita durante casi toda mi vida estudiantil. Con respecto al resto de materias, algunas me parecían "pasables" pero otras era un aburrimiento total y absoluto, además no sé por qué mi mente siempre estaba dándole vueltas a cada teoría y hacía que como siempre "sin filtros" cuestionase las palabras del docente. Una de las ocasiones que más recuerdo al poner en práctica lo anterior, fue cuando me explicaron la gran conocida Teoría del Big Bang, a mi esa teoría no me convenció, porque a mí que me digan que el mundo se originó con esa explosión, ¿y qué había antes de esa explosión, algo tuvo que existir para poder explosionar?. Seguro que los amantes de la astrofísica tendrán una respuesta para resolver mi pregunta, pero en ese momento la respuesta que obtuve fue "es la teoría mayoritaria de los científicos " y ya está, y como comprenderán esa respuesta no me gustó y directamente no resolvió mi duda y por cuestiones que seguí planteando y cuyas respuestas siguieron sin convencerme pues crecí pensando que se dan cosas en las escuelas "por dar", y de ahí surgió mi lucha acompañada de mi impulsividad al ser muy trasparente al plantearle a los docentes determinadas cuestiones respecto a sus materias, como por ejemplo: ¿para que querían que me aprendiese todas las unidades de medida si total yo no las utilizaba?(salvo en la actualidad con el metro, centímetro, kilo, gramos, litro, milímetro ésta última sobre todo en las medicinas jajaja). Además cuando ya era un poco más grande, el colegio se convirtió para mí en un lugar lleno de reglas (¡Siéntate!,¡No hables!,¡Hubieses afilado el lápiz antes, no ahora!,¡No te despistes!,¡No molestes a tu compañero!, ¡Siempre te olvidas de la tarea!, etc.) eso era más propio del ejército, de un centro de reclutamiento pero me resultaba tan exagerado que no lo compartía en absoluto. Ahora ya entiendo que no debió ser muy fácil para los docentes lidiar con una persona tan inquieta como yo, pero también considero que ellos debían de haber sospechado de que mi comportamiento no era como el del resto de alumnos, en definitiva creo que fue más fácil para ellos etiquetarme, que ayudarme. 

En esos primeros años nunca tuve problemas a la hora de entablar relaciones con amigos, me gustaba tener la voz cantante e incluso me consideraron una "líder" y eso no lo digo yo, si no que la directora del centro se lo manifestó a mi madre tras enterarnos que en 5º de primaria tenían todo planeado para cambiarme de clase porque según manifestó la misma, el otro grupo necesitaba a alguien como yo, motivadora, pero ¿alguien nos preguntó previamente si mi familia y yo queríamos eso? PUES NO, ahí me di cuenta que en ocasiones no importaba como me sintiese, mi opinión era irrelevante y esa decisión unilateral supuso un cambio importante para mí, lloré y sentí que una persona tenía el poder sobre mí para cambiarme de clase porque sí, con otros compañeros diferentes, después de muchos años, con otro tutor que era nuevo y que no sabía nada de mí, en ese momento sentí que me sacaban de mi zona de confort y me dejaban "desamparada". Lo único que destaco como positivo es que gracias a mi nuevo tutor sentí que todo no era estudiar y estudiar, y que no sólo te consideraban buen estudiante por tener una memoria de elefante ( la mía era más propia de DORY, la amiga de NEMO) porque mi nuevo tutor era también director de la radio de la ciudad en la que vivía y vivo y nos pidió a unos pocos que nos quedásemos en el recreo para grabarnos mientras leíamos unos fragmentos de un libro que posteriormente incluía en su programa de radio, eso me motivaba porque yo pensaba ¿y por qué me eligió a mí? ¿Será que al menos se me da una cosa bien? pues parecía que sí, porque lo hice en varias ocasiones.

Durante esa época en casa siempre era un terremoto, todos los días tiraba algo a la hora de comer , desde cubiertos a vasos o cualquier otro objeto que estuviese en la mesa o me manchaba la ropa con alimentos que mientras iban de camino a mi boca se perdían y caían en mi blusa (la comida estaba en mi contra ) y de ahí el origen del comentario estrella de cada día "Que raro que tires algo / Que raro que te manches, siempre lo mismo" además del comentario de "Estate quieta que estás comiendo" "No cantes ni hables con la boca llena" entre otras. Con todo esto yo pensaba y verbalizaba, ¿pero a ver mamá te crees que tiro las cosas queriendo? ¿te crees que quiero todos los días escuchar que soy un desastre? PUES NO, pero pasaba de esa manera, no era mi culpa (en realidad sí, la comida no se caía sola, ni por arte de magia me atacaba) y en ese momento pensaba que la tenían "cogida" conmigo, todo era YO, YO y YO y sentía que nadie me comprendía, y en ese momento creces con el concepto de DESASTRE ya insertado en tu memoria.

Desde pequeña mi madre siempre me enseñó a hacer las tareas de casa, siempre la bauticé como la mujer de "DON LIMPIO" estaba obsesionada con la limpieza, el orden, la organización y yo no era como ella ni de lejos. Cuando me mandaba a recoger la ropa y estaba medianamente concentrada en algo (alguna serie o mirando cualquier cosa, porque nunca me gustó jugar con juguetes, ver series de dibujos, leer libros,etc) me daba mucho coraje y le respondía mal porque parecía que no podía recoger la ropa dentro de 10 minutos sino que tenía que ser YA y las órdenes eran mi enemigo número 1, pero a ver ¿la ropa se iba a quedar seca como el cemento por recogerla 10 minutos más tarde? ¿A qué no? Pues eso me activaba mi "mala leche" y por mi boca salían cosas no muy bonitas que digamos, cuyo efecto inmediato tenía una "amenaza" por parte de mi madre de que si no lo hacía no saldría, pero yo la desafía diciéndole que me daba igual, que no lo iba hacer y punto y cuando me amenazaba con pegarme más la desafiaba diciéndole que no me dolía y que por más que lo hiciese no iba a cambiar nada, pero como siempre a los 5 minutos ya se me había pasado el cabreo y terminaba acatando sus órdenes. Lo mismo no pasaba el día que me lo decía de buenas maneras o me decía Cynthia cuando tú puedas ¿me ayudas con esto?, ahí la mala leche se intercambiaba por la buena y no me costaba tanto hacerlo. Pero como ya dije anteriormente mi madre desde mi punto de vista estaba obsesionada con el orden y cada vez que me mandaba a hacer algo  yo lo dejaba a medias, entonces su carácter salía a la luz y no por una sola cosa, sino por 5 a medio hacer y supongo que la desquiciaba bastante. Además cosa que cogía, cosa que olvidaba donde la había dejado y mi casa al no ser pequeña pues encontrar ese objeto perdido no es que fuese para mí como una aventura, era una obligación y no era tan divertido, por lo que en mi búsqueda, iba encontrando otros objetos que ya ni me acordaba de ellos, y su nueva aparición hacía que me entretuviese y por consiguiente abandonaba la búsqueda del objeto principal,  pero como dice el dicho "cuando menos te lo esperas aparece" (como sucedió en infinidad de ocasiones) era perfecto para mí, pero no suficiente para mi madre.

Respecto a mis actitudes creo que en esta época fue donde más se manifestó mi impulsividad, sobre todo lo que más recuerdo es que cuando me peinaba la gran melena que tenía, en el momento en el que intentaba recogerme el pelo tenía que estar peinando y peinando para que se quedase plano sin bultos y eso me causaba gran tensión en el brazo al estar aguantando tanto tiempo con las manos en alto, cuando no podía más y las manos flaqueaban sentía una rabia tan grande, que me llegué a golpear en la cabeza de forma brusca con el peine y/o lo tiraba con mucha rabia al suelo (eso era frustrante) y parecía que actuando así me liberaba. Lo que sucedía es que después de actuar así me sentía ridícula, llegaba a la conclusión que lo que había hecho no era propio de un comportamiento normal, si total tenía que hacerme la colega igual, y eso me hacía sentir culpable, sobre todo por romper el objeto. Y como después de cada acto vienen las consecuencias, ¿cómo le iba a explicar yo a mi madre que para mí era necesario hacer eso?, pues obviamente no se creía que fuese necesario tener que romper un peine en vez de soltarme el pelo descansar y volver a intentarlo, y me arrestaba.Pero es tanta la desesperación que sentía y la necesidad de terminar lo antes posible que me llevaba a actuar de esa manera. Es por ello por lo que tanto la desesperación como la impaciencia han marcaron mucho mi vida en ocasiones llegando incluso a dirigirla la misma.

Mi adolescencia estuvo marcada por la inconsciencia, hacía todo aquello que se me pasaba por la cabeza sin pensar en la repercusión del hecho (menos mal que no se me ocurrió algo apoteósico) e incluso poniendo en peligro a otras personas e incluso a mí misma, y después de hacerlo me sentía culpable (resulta incongruente, pero era así).

El primer año de instituto sí que intenté poner más de mi parte, estaba emocionada al ir a un lugar nuevo, clases nuevas, gente nueva, profesores. Ahí sentí la presión de continuar con los aprobados, recuerdo que algunos profesores si se preocuparon de algunas notas que había obtenido y hablaron conmigo, muchos entendían que se trataba de un cambio de centro con todo lo que ello conlleva, pero iba más allá de eso, yo tenía que dedicarle más tiempo a los estudios, nuevas materias, entender que los profesores del instituto explicaban diferente a los del colegio y eso sumado a mi escasa capacidad de concentración, aburro constante e incomprensión por querer hablar con mis compañeros, levantarme a afilar el lápiz, hicieron que la ilusión inicial se convirtiera en una desgana y monotonía constante, salvo cuando tenía educación física o la hora del recreo en donde por fin podía ser yo, saltar, hablar, correr en libertad, a mi aire sin sentirme un estorbo o un incordio para muchos. 

En los años posteriores, intenté hacer las tareas que me mandaban a casa (que no eran pocas, nótese la ironía) y en muchas ocasiones iba a clases sin saber si tenía o no examen, si tenía tarea que entregar o si debía exponer cualquier cosa, por esa situación a mi me resultaba incomprensible ver a mis compañeros tan acatados de los nervios por un simple examen, porque se les había olvidado la tarea que habían mandado sin falta, mientras yo estaba súper tranquila siempre, sobre todo en aquellos que no había estudiado absolutamente nada, y es que siempre me convencía en que con leerlo sería suficiente (y la realidad es que otra cosa no podía hacer) de ahí la fuerza que adquiría la palabra que apuntaba a mi directamente, IRRESPONSABLE. 

Lo más gracioso es que en muchas ocasiones aprobé esos exámenes sin estudiar pero utilizando la lógica, pero yo ahora creo que se debía también a la inexistencia de nervios y a la indiferencia por lo que pensase el docente sobre lo que yo habría escrito en ese examen; en otras me copié (la vida del superviviente, que utilicé en pocas ocasiones) y en otros suspendí porque no me funcionó ninguna de las dos anteriores. Esas dos condiciones supusieron la aparición de la frase "Si estudiase más..." "No aprueba porque no quiere", pero nadie se percató que NO PODÍA, no podía estudiar, no podía ni si quiera estar más de 10 minutos sentada en el escritorio que mi madre me había puesto en mi habitación, no podía memorizar una sola frase sin olvidarme al segundo, no podía ser como querían que fuese y todo eso me hizo creer que yo era la culpable de mi fracaso, de mi incapacidad para sentarme a estudiar como todo el mundo o simplemente para sentarme en un lugar en el que muchos niños se podían pegar toda la tarde y yo no podía ni 2 minutos, mi incapacidad de ser responsable con las tareas o trabajos de clase individual, porque en los colectivos nunca les fallé a mis compañeros, me hizo creer que GANSA era mi segundo nombre.

Cuando llegó el internet a mi vida, estaba horas y horas delante de un ordenador chateando, buscando información (debido a que era y soy muy curiosa me gustaba aprender de todo, siempre y cuando no requiriese memorizar), jugando y eso conllevó a interiorizar mucho más las etiquetas que llevaba arrastrando desde la infancia e incluso llegué a entender las palabras de mi madre "¿Puedes pegarte horas con el ordenador y después no estudias? Te voy a quitar el internet". Al estar tanto tiempo en el ordenador el insomnio fue siendo mucho más notable, me costaba muchísimo dormir y eso también influía en mi carácter mañanero. Era tan ilógico todo, mi mente y mis ganas querían seguir chateando, mi madre quería que estudiase al igual que mi moral, pero siempre ganaba mi mente porque una cosa me entretenía, captaba mi atención pero la otra hacía que sintiese rechazo, y en ese momento pude entender que mi madre también sintiese que mi desgana de estudio no se debía a nada más que a mi falta de compromiso.

Con respecto a mi futuro, muchas personas pensaron que me quedaría embaraza muy joven, que nunca llegaría a obtener un título académico y creo que esos comentarios entre otros hicieron que la visión que tuviese de mi futuro fuese el conformarme con estar sentada en un parque fumando por aburrimiento todos los días de mi vida, mientras escuchaba los chismes de otras personas que no tenían nada que hacer como yo, siendo madre soltera o teniendo un hijo con una pareja tóxica y sinceramente, no me veía de otra manera. Llegué a interiorizar que terminaría siendo una NI-NI más y que mi existencia en este mundo no aportaría mucho más que problemas para mi madre, la pobre tendría que mantener a una hija gansa, gandula, sin objetivos en la vida. Llegué a pensar que era tonta y que todos estaban por encima de mí y el problema fue ese, porque no solo lo pensaba si no que ME LO CREÍ, era súper difícil creer en mi misma, en que podía llegar a conseguir muchas cosas, hasta tal punto que me daba miedo no saber que sería en el futuro, me causaba estrés y me daba taquicardia cada vez que lo pensaba y sólo era una chica que quería ser alguien en la vida, que quería ayudar a los demás y sentir que su aportación serviría para algo en este mundo (ya que mi madre nos inculcó como valor el ayudar a los demás y prestar siempre nuestros conocimientos y nuestras capacidades en beneficio del resto).

Pero mi madre para evitar todo lo anterior decidió apuntarme a un curso de Auxiliar de Peluquería, curso que hice y que no me salió nada mal porque sobre todo era práctica, pero me sentía mal por tener que conformarme con eso, yo quería aprender más cosas pero era realista porque con mi poca "constancia" ¿a donde iba a ir yo?, con lo que me había costado terminar 4º de la ESO y que aún tenía asignaturas pendientes para poder terminar el Bachillerato el pensamiento de lo IMPOSIBLE se hacía cada vez más real.

Tras realizar el curso que fue bastante bien, quise enfocar mi vida hacia algo mejor y hablé con mi madre para que me apuntase en una academia de la Guardia Civil en la que desembolsó 600€ con la esperanza de que yo me centrase y me preparase para ser una Guardia Civil y una mujer de provecho, como siempre quise, pero mi aburrimiento pudo con eso, iba a clases y no me enteraba de nada, solo recuerdo escuchar artículos, artículos y más artículos y todo eso me sonaba a chino y solo fui a algunas clases, me resultaba incómodo estar tantas horas sentada, escuchando a una persona hablar sin ni siquiera entenderla, por lo que me pasaba el tiempo dibujando corazones o cualquier otra cosa. Al dejar de asistir, el desembolso que mi madre llevo a cabo de forma completa (porque podía haberlo hecho por meses) debido a que yo le había prometido que asistiría porque era realmente  lo que yo quería ser, perdió los 600€ y me sentí muy mal, le mentí a mi madre (no porque no quisiese ser Guardia Civil, si no porque no fui capaz) , incumplí lo que le prometí y encima le hice perder un dinero que nos hacía falta y podría haberlo invertido en otra cosa, en ese momento sentí que jamás sería responsable con nada, todo lo que prometía lo incumplía ¿quién iba a confiar el día de mañana en alguien como yo para trabajar? ¿quién quería estar cerca de alguien que lo perdía todo y que era un desastre? qué no se acuerda que tiene que hacer 10 minutos más tardes de habérselo comunicado. Y tras este último intento fallido no hice nada por mi vida, no me apunté a nada, si total ¿para qué? si lo iba a dejar a medias y no estaba dispuesta a que otra vez más mi madre sintiese que le fallaba. 

Con respecto a mi carácter risueño pero con carácter, me gustaría destacar lo que probablemente muchos de ustedes hayan podido observar en sus hijos, sobrinos, nietos y que me pasaba a mi también y es que era muy tajantes con mis pensamientos, para mí en esa época era o todo blanco o todo negro, pero la escala de grises no entraba en mi mente, no podía aceptar la existencia de otras posibilidades diferentes a las mías y eso suponía la creación de conflictos. También algo muy destacable era mi alta capacidad para interrumpir las conversaciones, parecía que no quería escuchar a la otra persona porque constantemente le cortaba, pero no era queriendo, lo hacía porque si no lo decía en el momento en el que me venía a la mente, ese argumente se perdería a saber por dónde y ya no podría recuperarlo y eso haría que después me hubiese estado "comiendo el coco" intentando recordar lo que no dije por cortesía.

A todo esto, ya con 19, 20 años ver que miras hacia atrás y no tienes ningún título (que para la sociedad son muy importantes), no tienes ni oficio ni beneficio, no sabes qué hacer con tu vida y que ves a los compañeros del colegio, del instituto que ya están en la Universidad, que tienen sueños, metas y yo ahí sin tener nada claro, por tener no tenía nada y eso me frustraba, salí de una relación tormentosa (maltrato psicológico) en la que valía más una planta que yo y si a eso le sumo todo lo que veía a mi alrededor que para mí era inalcanzable, ¿cómo una persona como yo podría llegar a ser algo en la vida? IMPENSABLE.

Parece que somos personas que hacemos las cosas por "joder" y al final nos jodemos nosotros mismo, cada respuesta mal dicha, cada contestación, cada ataque de ira nos joden a nosotros y muchísimo, porque el sentirte culpable después de decir u hacer determinadas qué cosas pesa demasiado y aunque jures y perjures que no lo vas hacer más (porque tu intención es esa) llegará otra situación similar en el que no lo puedes controlar y volverá a suceder, pero esta vez es mucho peor, porque no solo lo has vuelto hacer sino que encima has incumplido tu promesa y eso hace que termines odiándote a ti mismo por ser como eres (cuando realmente no eres así). 

Las palabras tienen mucho poder, y cada una de ellas tuvo un efecto dominó, que terminó dominando mi vida. 

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